¿Descansa en paz?...

Hoy quiero hacer una reflexión en este post. El sábado murió Slobodan Milosevic, uno de los últimos dictadores del siglo XX. ¿Ante su muerte como debo mostrarme, debo sentir pena, poque ha muerto un hombre o debo sentir alegría o mi alma debe reconfortarse porque ha muerto un genocida?. Para el que no lo sepa, Milosevic, pue presidente de Yugoslavia y de Serbia, república surgida después de la desmembración de la antigua Yugoslavia. Se le culpa de 250.000 muertos procedentes de las Guerras de Bosnia y Kosovo.
Pero hay una extraña paradoja en todo este asunto, ha muerto como lo que es un dictador. Si echamos la mirada atrás, todos los líderes que han sido conocidos por sus crímenes, han muerto en extrañas circunstancias. Milosevic lo ha hecho en la Cárcel de la Haya en la que se encontraba desde el 28 de junio de 2001 condenado por el Tribunal Internacional de La Haya.
A su muerte, algunos la bendicen y otros la lamentan. Asimismo da la sensación de que medio mundo se ha alegrado en cierto modo, una parte no, por su parte, sus seguidores y sus detractores, y digo detractores, porque a ellos, como a la Fiscal Jefa del Tribunal, Carla Ponte, la defenestración del líder servio ha supuesto una derrota ya que Milosevic al final siempre consigue lo que quiere y se ha ido sin que sea juzgado por sus crímenes.
Sin embargo su muerte no ha sido heróica, según las primeras autopsia ha fallecido de muerte natural, más concretamente de un ataque cardíaco. Por ello, sus seguidores no lo podrán nombrar martir del genocidio y del nacionalsocialismo de los servios que siente odio hacia los musulmanes y los inferiores a ellos y que permitió sin menoscabo que un país multiétnico como el de Yugoslavia terminara por desmembrarse y enfrentaran sus hermanos.

Su carrera se podría definir como histriónica ya que nunca sintió la necesidad de profesar el nacionalismo hasta que visitó Kosovo de manera causal y casual en 1986. Allí se le despertó el sentimiento que debía mantenerse aletargado, tras oír el rumor de los servios enardecidos, tal y como apunta Carlos Taibo hoy en EL PAÏS. Desde entonces su carrera ha sido metórica, si me permitís un símil músical. En 1987 el nombrado Presidente del Partido Comunistade Serbia, pero él decide impregnar su discurso con aquello que había aprendido en Kosovo: el nacionalismo, y su tendencia política se vio contaminada. Ya en 1988 fue elegido presidente de Serbia y con él se eligio la defragmentación del estado yugoslavo, muy paradójico, cuando el pretendia ser nacionalista. En 1991 se indepenizaron Eslovenia y Croacia que costó unas decenas de miles de muertos y un año siguiente, Bosnia se uniría a las repúblicas exhoneradas. Sin embargo, con tal autodeterminación también comenzó una de las batallas más cruentas de los últimos años, después del nacismo: La guerra de Bosnia. Que acabó en 1995 con la intermediación de la Unión Europea y EE.UU. Estos tres conflictos hizo que Milosevic dirigiera su atención hacia Kosovo e implantara en Serbia un régimen de corrupción, acabó con la vida de 8000 albanokosovares, de religión musulmana. A mediados de 1997 es nombrado presidente de de Yugoslavia. Europa avisó en varias ocasiones al presidente serbio que abandonara su política hasta que en 1999 la OTAN Decidiera contrarrestar la política de Milosevic con otra política que no atiende a colores, la de los bombardeos. Entonces comienza su particular milla verde que dura cinco años hasta el pasado 11 de marzo.
Ante este gran currículum, mi pregunta sigue siendo la misma:
Slobodan Milosevic... ¿Descansa en Paz?